Manuel Catrilef CeaThe Mars Volta es de esas bandas que vuelven rápidamente a los críticos de música actuales en gruopies. En especial porque gran parte de quienes se dedican y viven del análisis de discos (cosa que no incluye a éste servidor desafortunadamente) se vuelven locos por cualquier cosa que suene rara y no acsequible para los oídos de quienes suelen nutrirse de la música mainstream o más tradicional. Es decir, si eres snob y melómano tienes el potencial de candidato para que te guste The Mars Volta (¿alguien dijo Super45 y demás blogs-revistas del estilo?).
Ante este nefasto e inevitable prejuicio hacia la banda liderada por Cedric Bixler-Zavala (vocalista) y Omar Rodríguez-López (guitarra) hay que hacer algunas aclaraciones. Que una porción no despreciable de fans de esta agrupación sean unos pelmazos (por lo menos en Chile) no significa que la música sea igual de detestable. En estos puertorriqueños mezclados con estadounidenses hay una innegable cuota de talento y creatividad.
Prueba clara de aquello es su primer disco De-Loused in the Comatorium (2003). Esquizofrenia pura, de guitarras fuertes se cambia bruscamente a melodías suaves, con punteos de guitarras psicodélicos dignos de David Gilmour, y una batería plagada de quiebres que poco tiene que envidiarle a Mike Portnoy de Dream Theater. Arreglos increíbles en el bajo y voces calculadas para darle un ambiente de insanidad desesperada a las canciones, que se matizan con la parte latina de los músicos, cada vez que pueden sacan ritmos centroamericanos de tambores o fraseos de guitarra cercanos a la salsa.
Toda esa mezcolanza suena en un caos guiado y armado a la medida de la historia que relata el disco: un suicida que descubre gracias a su sobredosis de morfina que es mejor estar en el mundo onírico del estado de coma que vivir su miserable realidad.
¿Difícil de digerir a la primera? Posiblemente ¿Olvidable con el pasar del tiempo? Para nada. La placa debut de The Mars Volta es casi una obligación para quien busca nuevas ideas en la música, pero sin dejarse caer en el "snobismo". Por hacer un paralelo, debido a su experimentación sonora como por la complejidad de técnica de sus canciones, son los Rush de la actualidad.
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