20.4.09

Música para flotar

A.Z.C
“Señoras y señores estamos flotando en el espacio”, dice una mujer. Su voz suena como cuando desde la cabina del avión, la azafata informa del destino y las condiciones del viaje, salvo que en esta oportunidad, el recorrido comienza justo después de pulsar play.

Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space es el título de la tercera placa de la banda británica Spiritualized. Lanzado en 1997, es un disco que busca introducir a quien lo escucha en una aventura cargada de referencias al amor y el desamor, la nostalgia, el desamparo y las drogas. Un camino que deambula entre atmósferas épicas, hipnóticas y esquizoides con melodías dominadas por guitarras de rock, sonidos electrónicos y coros de gospel.

La agrupación liderada desde su formación, en 1990, y hasta hoy, por Jason Pierce (o J. Spacemen, en alusión a su anterior banda Spacemen 3), tiene en él a su hombre ancla, quien como vocalista y compositor de los temas -tanto de las letras como de las melodías-, hizo de este álbum un ejercicio de terapia personal. Un quiebre amoroso: su separación de la bajista de la agrupación, Kate Radley -quien se había casado dos años antes en secreto con el cantante de The Verve, Richard Ashcroft-, se transformó en la fuente de inspiración para un trabajo que se caracteriza por la elaboración de marcados ambientes en cada uno de sus temas, los cuales pese a diferenciarse notoriamente unos de otros, parecieran encajar perfectamente como parte de un todo: el universo Pierce.

Porque Ladies and Gentlemen... necesita ser oído de corrido y sin interrupciones, como si fuese una larga sinfonía con distintos actos que, en este caso, se inicia con la delicadeza introductoria del tema que lleva el mismo nombre del disco y que pese al conmovedor espíritu elegiaco logrado con su melodía y su particular interpretación, es desarmado por la energía de Come Together, tema que da rienda suelta a las influencias gospel de la placa.

De igual forma, destacan las monumentales I Think I’m In Love, que en poco más de ocho minutos entrega los poderosos versos de un tema sencillo en su letra, peculiar en su fraseo y potente en su interpretación; la demoledora melancolía de Broken Heart; la potente energía de Electricity, quizá la más tradicionalmente rockera de todas las canciones, y los tintes jazzeros de No God Only Religion o Cop Shoot Cop, en algunas secciones de sus 16 minutos.

En definitiva, un álbum esencial en el sonido de la escena inglesa de los 90, pero aquella que no olía a brit pop, y en la carrera de una banda que logró con este trabajo uno de sus puntos más altos. Un más que recomendable recorrido por el sonido de una agrupación acostumbrada a la creación de envolventes atmósferas y que en este disco se suceden y derriban unas a otras, como las emociones humanas. Una tableta de 70 minutos que vale la pena tomar.

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